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Por ahora estoy trabajando en reseñas del Galil, AK-47, FAL, G-3, AR-15 / M-16, el M-14 y el 'antepasado' común de todos, el StG-44 que aunque no se usa en Colombia por obvias razones consideré importante incluirlo para entender el origen de los fusiles de asalto modernos.

Obviamente aunque el armamento de largo alcance es el más utilizado por los combatientes, también son utilizadas gran cantidad de armas cortas así como armamento pesado, en estas nuevas secciones también me encuentro trabajando.

Aunque estas páginas están las armas más utilizadas en el conflicto armado en Colombia, debo aclarar que mi afición por las armas no implica que tenga relación alguna con ninguna de las partes en conflicto mencionadas en este sitio web.

Yo no pretendo glorificar las armas ni mucho menos la triste guerra que vivimos. Esta página sólo pretende ser un agente informativo para que el público pueda identificar las armas que protagonizan los hechos de violencia en Colombia y sus características. Se trata de ilustrar las características de las armas utilizadas en el conflicto y no de discutir las nefastas consecuencias de su uso indiscriminado. Debido a la complejidad del conflicto nacional, donde usan gran cantidad y variedad armas la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, los delincuentes comunes, la vigilancia privada y los civiles obviamente no encontrarás TODAS las armas utilizadas, pero he tratado de hacer una reseña de las mas utilizadas y abundantes. Nadie sabe con exactitud cuántas armas hay en el país, las autoridades estiman que hay por lo menos tres millones de armas legales e ilegales en manos de civiles, pero sus efectos se sienten a lo largo y ancho del territorio nacional. Hay armas para todos los gustos. En el país hay desde rifles de finales de la Segunda Guerra Mundial y de Vietnam hasta pistolas y fusiles automáticos de alta tecnología e inclusive armas elaboradas artesanalmente en fábricas clandestinas y en algunos casos armas de excepcional calidad fabricadas al margen de la ley. Las cifras son contundentes. Según el Instituto de Medicina Legal, de los 25.493 asesinatos que tuvieron lugar en 1996, 21.910 fueron ocasionados con armas de fuego. Es decir, casi nueve de cada 10. Estas también fueron la causa de muerte en el 42 por ciento de los suicidios y en el 2 por ciento de las muertes accidentales ocurridas durante el mismo período. A este panorama desolador hay que sumarle lo que le cuesta al Estado cada herido por arma de fuego: entre cinco y ocho millones de pesos, según el Ministerio de Salud.

El 80 por ciento del armamento que ingresa a Colombia es de origen norteamericano pero, la gran mayoría, no llega al país de manera directa desde Estados Unidos.

Lo que más ingresa clandestinamente al país son fusiles de todo tipo (desde AK-47 hasta NHM 91), pistolas y ametralladoras de diferentes marcas, granadas americanas y soviéticas, lanzacohetes (como el RPG7) y munición de varios calibres.

Por la frontera con Venezuela ingresan fusiles FAL, granadas para fusil (francesas, belgas e israelíes) y subametralladoras.

Por el sur del país entran fusiles, armas cortas (las legislaciones ecuatoriana y peruana son muy laxas con relación a este material), munición para AK-47 producida en el Perú, lanzacohetes, morteros, explosivos y detonadores eléctricos.

En el país la guerrilla y los paramilitares compran fusiles, lanzacohetes y granadas. El arma predilecta de ambos bandos es el fusil de asalto AK-47.

Esta arma, según el Panel de Expertos Gubernamentales sobre Armas Cortas de las Naciones Unidas, es producida por 14 países y utilizada de manera oficial por 78. Se calcula que existen entre 35 millones y 50 millones de fusiles de este tipo, lo cual lo convierte en el más numeroso del planeta. Por su parte, los narcotraficantes buscan armas sofisticadas y de alto poder de fuego. Los delincuentes comunes, en cambio, prefieren las pistolas, los revólveres y las granadas de fragmentación. Quienes no pueden acceder a este mercado internacional tienen como última opción las armerías clandestinas nacionales. Algunas son muy sofisticadas —en una que se desmanteló en Cali hacían subametralladoras y silenciadores para pistola de óptima calidad — pero la mayoría son artesanales, especializadas en fabricar changones o trabucos. Los changones intentan imitar una escopeta y son usados por las milicias urbanas para cuidar los barrios. Los trabucos son como una pistola, disparan un solo tiro y son utilizadas para delinquir.

La Dijin desmanteló sólo en Ciudad Bolívar, en Bogotá, seis armerías ilegales. Cuando era alcalde Antanas Mockus decía que estas armas hechizas eran las que más lo impresionaban porque: "tienen un costo muy barato pero requieren meses de trabajo. Esto revela el culto tan fuerte que hay al arma".